demasiado, eso es demasiado grandioso para un infeliz miserable como yo”. Piense cuán privilegiados podríamos sentirnos si fuéramos adoptados en la familia de un multimillonario y declarados sus herederos legales. Todas las ventajas terrenales serían nuestras. Nosotros, sin embargo, hemos recibido una adopción infinitamente más grandiosa. En el bautismo, el Todopoderoso nos adopta y nos hace sus hijos e hijas, coherederos con Cristo, que participan en su gloria (Romanos 8:17). La herencia espiritual
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